lunes, 30 de mayo de 2011

Lunes

La puerta del ascensor se abrió y aquel maldito Lunes extendió su brazo desde el interior agarrándome por el hombro y haciéndome entrar bruscamente. Ajustó el nudo de mi corbata hasta que me faltó el aliento y me golpeó la espalda condescendiente.

- Ambos sabemos donde vamos, ¿verdad?. Dijo mientras pulsaba una gastada B en el panel.

- Llevas pensando en mi desde ayer, ni siquiera en tus días de descanso me olvidas. (Se ajusta los puños de la camisa).

Sus palabras dejan un fuerte olor a café y a tabaco rancio en el pequeño habitáculo. Lo miro de reojo y trato de ignorarlo pero el cabrón sonríe triunfal, ya estoy sudando, seguro que a media mañana tengo la camisa para tirarla.

Estoy a punto de decirle que le odio, que no debería de existir que le deseo una dolorosa agonía a medianoche y que ojala lleguen pronto los tiempos en los que Lunes no sea él, sea otro, alguien sin importancia, alguien que no te empuja cuando vas tarde, que no te hace odiar al que conduce delante de ti, que por su culpa tengo sueño y que soy peor persona cuando esta cerca.

Hay un breve silencio en mi cabeza y sin dejar de mirar la puerta del ascensor, Lunes se agacha un poco hasta quedar cerca de mi oído.

- Te voy a contar un secreto: Yo soy el que asfixia tu tiempo, el que te encarga las tareas ingratas, el que mina tus ánimos, el que agria tu carácter, soy el caudillo de los despertadores, el duque de la acidez a media mañana, el dolor en tu espalda, el tirano que impone su voluntad y sin embargo...sin embargo cuanto más te martirizo más alto se eleva tu imaginación, más ideas se arremolinan en tu mente y más ganas de hacer y crear tienes.

La puerta del ascensor se abre con un sonoro "ding". Yo me marcho al trabajo pensando..

Encima de Lunes, tonto.

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