sábado, 28 de mayo de 2011

Puertas que no se deben abrir

Poco a poco se fue sintiendo mas relajado…

El latido de su corazón volvía a su cadencia habitual, mientras su cuerpo no dejaba de transpirar, hasta hacer que la camisa de lino que llevaba se quedase pegada a su piel.

Sin saber porque, recordó a la oronda dependienta que insistía en que se llevase esa camisa… “refuerza su masculinidad”… también recordó la violenta sensación de sentirse acosado por aquella mujer de gracias parcas y sonrisa profusa. Un nudo en el estomago, la sensación casi de vértigo, contener levemente la respiración...

No.

Estaba mezclando recuerdos y realidad… era en ese momento, con la jeringa vacía ya de antídoto colgando de su brazo, cuando estaba notando un hueco bajo el pecho…

Le faltaba el aire... intentó ponerse de pie, pero le fallaron las rodillas. Un latigazo se extendió por su brazo hasta que comprendió que la aguja había rasgado todo lo que encontraba a su paso al golpear contra el suelo y quedar en un ángulo casi imposible... Intento respirar profundamente pero un pinchazo en el pecho impidió que se terminasen de llenar sus pulmones.

Empezaba a ver borroso, y supo que necesitaba más dosis de la que se había inoculado. Se arrastro como pudo hasta el la mesa y se intento poner en pie, aferrándose a la pata de la mesa como si fuese su única conexión con esta vida... tanteo con la mano mientras veía como la mancha que era su pecho se volvía roja poco a poco... seguramente se había partido la nariz al caer al suelo...

La negrura se apodero de la habitación, mientras golpeaba algo con la mano, sin ser capaz ya de articular los dedos.

Se dejo flotar hasta el suelo... de nuevo, sentía a su alrededor esa piel escamosa y húmeda, rozándolo apenas, demostrando que estaba allí.

Frío.

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