jueves, 15 de diciembre de 2011

Pimer contacto (V)

V ¡Corre!
Anochece y aún no ha llegado.

La conmoción, y la pierna herida, le han hecho perder mucho tiempo.

En la lontananza se distinguen los primeros tejados. Los cadáveres, como viejos amigos, están de nuevo ahí para recibirle. Ahora, sin embargo, ya no tiene dudas de qué fue lo que les pasó.

Debe darse prisa y encontrar refugio: si lo atrapan en campo abierto, puede darse por muerto.

Quizás ocultándose en el sótano de alguna una de las casas...

El sol desaparece tras las colinas cuando consigue llegar a la plaza del pueblo. Le parece recordar que el Saloon tenía una trampilla de acceso al sótano en uno de los laterales, y hacia allí dirige sus pasos exhaustos.

De repente, en la oscuridad, un breve fulgor amarillo. Unos ojos parecen materializarse en la negrura. Arrastrándose lentamente entre las destrozadas puertas del Saloon aparece la criatura: la misma que los esperaba en el camino la noche anterior.

Avanza despacio, deteniéndose a menos de cinco pasos de él: sabe que no tiene nada que temer del aterrorizado humano que la contempla preso de la desesperación.

Si no fuera una locura, diría que sus ojos (todos ellos) refulgen con malévolo regocijo. De nuevo, sin prisa, echa la cabeza atrás, desencajando la mandíbula de esa horrible forma...

Un fogonazo blanco rompe la noche en el campanario de la iglesia.

¡BLAM!

Un terrible estampido y la cabeza de la cosa desaparece en un borrón de restos sanguinolentos.

“¡Eh, tú!” - grita una voz, una voz humana, desde el interior del campanario. “Aquí, rápido. Aunque ese bastardo no haya podido lanzar su aullido, los otros no tardarán en llegar.”

“¡CORRE!”.

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