martes, 7 de junio de 2011

El despertar de una luz.


Bajo la lluvia de noviembre, fría y sobrecogedora, una sombra arrastra su maltrecha vida hacia la puerta del Kyuden.
Los guardianes apostados en la muralla, que durante horas hacían apuestas de si llegaría con vida o no, abren las puertas en silencio.

La niña del kimono, naranja y dorado en otro tiempo y ahora manchado de negro barro y de sangre, alza su pequeño cuerpo con la entereza de saberse en casa y se dirige altiva hacia los pies de su señor.

Allí de rodillas alarga la mano y le entrega lo que este pidió.

El aterrador jefe de la casa Yogo recoge el objeto se gira y se lo entrega a su karo, que a su vez le da algo a él.
Vuelve su atención a la niña y coloca en la bellísima cara de ojos dorados de la samuraiko, una mascara que la cubrirá para siempre.

Levanta Akodo Sakurame, ella no alza su vista y sigue postrada,
-         ¿por qué obedeces?, pregunta el Señor Yogo.
-         Por que no es a mi a quien habéis llamado, mi señor.

La maléfica risa del gran señor llena la oscura sala.
-         Bien, mi pequeña escorpión, levanta Yogo Sakurame, bienvenida a casa.

En aquel momento algo en su alma renace y otra muere. Muere la vida que eligieron para ella. Pero algo en su interior vuelve a vivir.

La una de la luces de Mino ha despertado.

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